El convento de la Visitación de nuestra Señora, de siempre fue representación de la alta clase de la sociedad. Incluso hoy en día sigue teniendo ese acentuado valor de prestigio social. A ello contribuye también la riqueza de su interior por las obras que conserva. Hoy día es la Parroquia de Santa Bárbara.
Consistía en un conjunto formado por iglesia y convento, que no dejaba de ser un Palacio donde la fundadora, la reina doña Bárbara de Braganza, había mandado construir una residencia en caso de enviudar y que de paso fuese un colegio para educar niñas nobles.
Sachetti presentó un proyecto, pero fue finalmente el de Francisco Carlier, que había sido arquitecto mayor de Felipe V y director de Arquitectura y honoraria de la Academia de San Fernando desde 1744, el que se ejecutó. Colaboró junto a Carlier como ayudante, Francisco Moradillo, que modificó algunas partes del proyecto, añadiendo las torres de la fachada, el segundo cuerpo y la cúpula de la iglesia. El estilo es un barroco culto cortesano, totalmente distinto del barroco madrileño acostumbrado en la época. La decoración de las bóvedas y la cúpula fue realizada por los hermanos González Velázquez, un equilibrio perfecto entre arquitectura y decoración. Es en los altares, el púlpito, el órgano, los cinco retablos y la tribuna real, donde nos encontramos con la ostentación barroca e incluso rococó como es el caso de la tribuna.
La Escalinata del atrio a la Iglesia se añadieron en 1930 por Miguel Durán
Detrás del magnífico atrio, cerrado por rejas del siglo XVIII, separadas por pilares graníticos sobre los que se asientan jarrones con flores pétreos, se encuentra una amplia escalinata. A la derecha del acceso se encuentra el Palacio de Justicia, y lo que era la antigua entrada al convento, que en su zona central aloja una gran hornacina, en cuyo centro hay un grupo escultórico en piedra de la Sagrada Familia, realizado por Juan Domingo Olivieri, que era el escultor de cámara de Fernando VI. La fachada del templo se articula verticalmente con pilastras de orden compuesto, formando siete calles, de las cuales las tres centrales configuran el pórtico de tres arcos de medio punto que acceden al atrio de la iglesia.
En la parte superior hay un gran frontón, sobre el cual hay dos ángeles adorando la cruz, obra del escultor Giraldo Bergaz. En el tímpano del mismo se disponen los escudos pétreos de España y Portugal. A los lados hay sendas torrecillas, rematadas por cúpulas bulbosas, para el reloj y el barómetro. En el centro hay una ventana, con una vidriera del XVIII de Santa Bárbara, que ilumina el coro. Varios relieves se distribuyen por la fachada, destacando el central, que es un magnífico tondo circular en donde aparece la Visitación de María a su prima Santa Isabel, que reproduce en iconografía el emblema de la orden que administraba este edificio. El autor de este medallón es el italiano Juan Domingo Olivieri, principal promotor de la Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Este escultor también realizó los dos relieves del primer cuerpo, con Ángeles sujetando las Tablas de a Ley y la Cruz, emblemas respectivos del Antiguo y del Nuevo Testamento. También obra suya son otros relieves menores con atributos episcopales. En el segundo cuerpo, dentro de hornacinas, lucen las estatuas de San Francisco de Sales y Santa Juana Fremiot Chantal, obras de Alfonso Giraldo Bergaz.
Interior del templo
El interior del templo es de gran lujo y belleza. Se organiza por medio de una planta de cruz latina, con cúpula sobre tambor sobre el crucero y coro alto a los pies. Se sostiene por medio de una serie de columnas adosadas de orden corintio, que soportan una gran cornisa, sujetada por modillones. Se cubre por una bóveda de cañón con lunetos a los lados.
En la Capilla Mayor se dispone el magnífico retablo, diseñado por Carlier, siendo realizado en mármoles verdes de Granada y bronce dorado. Se organiza su único cuerpo por medio de seis grandes columnas de serpentina, con capiteles compuestos. En su centro acoge el lienzo con la Visitación de María a su prima Santa Isabel, obra del pintor napolitano del siglo XVIII Francisco del Mura, encuadrado por un rico mármol que lleva las armas reales. En el ático aparece un relieve con San Francisco de Sales adorando a la Santísima Trinidad, flanqueado por las Virtudes de la Religión y la Caridad, esculturas de Olivieri. Del mismo autor son las dos esculturas de mármol blanco de San Fernando y Santa Bárbara, patronos de los reyes fundadores, que se sitúan a ambos lados del retablo. Sobre el altar un Crucifijo Hispano-Filipino de marfil. Mientras que la mesa del altar y las credencias están realizadas en piedras duras en Roma.
En la parte izquierda del retablo se abre la tribuna regia, que comunicaba con el Cuarto Real, lugar donde habitaban los monarcas cuando venían de retiro espiritual a este convento. Es de madera dorada y acristalada y en la parte superior aparecen los escudos de España y Portugal.
Toda la decoración pictórica de la iglesia fue realizada en el siglo XVIII por los hermanos González Velázquez: Luis, Alejandro y Antonio. En 1908 hubo un incendio que afectó a la cúpula, por lo que las pinturas fueron restauradas por Polo y la cúpula por Valdés.
cúpula sobre pechinas en el tramo central del crucero
cúpula y bóvedas pintadas por los González Velázquez
pintura en la bóveda de la nave central, representando a San Francisco de Sales, obra de los Hermanos Velázquez.
Tribuna Real en estilo rococó francés
En el paso del crucero a la nave se encuentra el soberbio púlpito, tal vez el más bello de todo Madrid. Fue realizado en mármoles verdes y blancos, al que se accede por una movida barandilla, en cuya parte inicial hay un ángel, vestido con una dalmática, que sujeta un candelero. En la parte superior se encuentra el tornavoz, que sigue el lenguaje y la estética rococó que predomina en todo el templo.
Púlpito barroco
Pasando a la nave desde el lado del Evangelio, se halla la efigie del Cristo del Amparo, talla del siglo XIX, aunque torpemente repintada.
Sepulcro del rey Fernando VI
Pero hablemos de la verdadera joya que contiene la iglesia. Se trata de los sepulcros de los fundadores, los reyes Fernando VI y su esposa doña Bárbara de Braganza, un proyecto de Sabatini y encargado por Carlos III, aunque más que sepulcros, son auténticos monumentos funerarios. Enterrados allí según sus deseos, son los únicos reyes de España enterrados en la capital (junto a María de las Mercedes de Orleans que se encuentra en la Catedral de la Almudena). Aunque ambos sepulcros están pared con pared, el de doña Bárbara no está al acceso del público, ya que se encuentra en la capilla del Santísimo, una capilla reservada que tiene la entrada desde el presbiterio, mientras que la de Fernando VI, se encuentra en el crucero, en el lado de la Epístola y fue realizada la obra por Juan León y el del rey por Francisco Gutiérrez.
Soberbio y majestuoso sepulcro del rey Fernando VI, encargado por Carlos III. Está realizado en pórfido y mármol. Este monumento se trasdosa con el de su esposa, doña Bárbara en el coro bajo. De extraordinaria suntuosidad fue realizado bajo trazas de Francisco Sabatini, siendo realizado por el escultor Francisco Gutiérrez. Centrado por un arco de medio punto, en cuya parte superior aparece el escudo real de España sustentado por la Fama y un ángel. En la zona central se encuentra la figura de Saturno, como dios del tiempo, que sujeta un medallón con el busto de Fernando VI. Debajo del mismo dos bolas terráqueas coronadas, simbolizando el poderío de España sobre el mundo, son acompañadas por ángeles que sujetan el cetro y la espada, símbolos del poder, mientras que levantan un cortinaje, que nos permite descubrir el sepulcro propiamente dicho, asentado sobre dos leones broncíneos. El cual se cubre por un relieve en donde aparece el rey como protector de las artes. En la parte baja aparecen alegorías de las virtudes del reinado de Fernando VI, por un lado una mujer que representa a la Fortaleza y la Justicia, mientras que en el lado contrario otra matrona simboliza a la Paz y la Abundancia. En el centro una inscripción, realizada por Juan de Irarte, dice lo siguiente traducida del latín: "Aquí yace el fundador de este monasterio Fernando VI, Rey de las Españas, óptimo príncipe que murió sin hijos, pero con numerosas prole de virtudes. Padre de la Patria, el 10 de agosto de 1759. Carlos III dedicó este monumento de tristeza y piedad a su queridísimo hermano, cuya vida hubiera preferido al Reino".
En esta obra colaboró Juan de León.
Monumento funerario de Fernando VI
Sepulcro Proyecto de Sabatini, realizado por Francisco Gutiérrez
Sepulcro de la reina Bárbara de Braganza
La Sala del Reservado es el antiguo coro bajo de las monjas. La planta es de planta rectangular y se cubre por medio de una bóveda rebajada, con lunetos y decoración de yeserías, en cuyo centro hay una pintura de la Adoración del Nombre de Dios, obra de los Hermanos Velázquez. En el frente se dispone un soberbio retablo marmóreo, del siglo XVIII, en cuyo centro hay un grupo del mismo material, con la Sagrada Familia, la obra más exquisita y perfecta de Juan Domingo Olivieri. A sus pies se encuentra el Sagrario, bella obra del siglo XVIII, en donde podemos ver relieves broncíneos de la Adoración a Cristo. A los lados esculturas de principios del siglo XX con los Sagrados Corazones de Jesús y María. En los laterales del altar se encuentran dos armarios del siglo XVIII, de maderas nobles, sobre los cuales hay óvalos con las figuras de los Arcángeles Miguel y Gabriel.
Capilla del Santísimo. Capilla reservada para el sepulcro de doña Bárbara de Braganza
En el lado derecho de la capilla se encuentra el sepulcro de Doña Bárbara de Braganza, esposa amada de Fernando VI. Fue mandado construir por orden de Carlos III, encargando el proyecto a Francisco Sabatini, mientras que la parte escultórica fue realizada por Juan León y concluida por Francisco Gutiérrez, siendo las inscripciones de Juan de Iriarte. Cobijado por un arco de medio punto y realizado en materiales broncíneos y marmóreos se encuentra el sepulcro, en cuya parte superior luce un medallón con el busto de la soberana, sujetado por dos ángeles. En el centro se encuentra una calavera coronada con tibias, símbolos de la muerte, que despuntan sobre el túmulo funerario, en cuya parte frontal aparece el escudo real de Portugal. A los lados dos ángeles lloran por la muerte de la reina.
El sepulcro está separado por la pared del de su esposo
En la parte inferior hay una inscripción alusiva a Doña Bárbara, en donde se lee en traducción del latín: "María Bárbara de Portugal, esposa de Fernando VI, después de haber fundado este templo para gloria de Dios y como convento para religiosas, descansa en este sepulcro entre oraciones y ofrendas. Murió a los 47 años en Kalendas de septiembre de 1758".
Monumento funerario de Bárbara de Braganza
Lo único que queda de la obra de la reina, es el convento, convertido en 1870, ya muerta la reina y exclaustradas las monjas, en Palacio de Justicia, el cual, tras sufrir dos incendios, fue restaurado por Joaquín Roig y destinado de nuevo a Justicia, donde se encuentra hoy el Tribunal Supremo y el huerto se convirtió en la Plaza de París, y también desde ese mismo año, se encuentra al lado contrario del sepulcro de Fernando VI en el interior de la iglesia, el mausoleo de Leopoldo O'Donell, en mármol de Carrara labrado por Jerónimo Suñol. En 1891 pasó la iglesia a la advocación de Santa Bárbara. La escalinata que precede a la iglesia fue añadida por Miguel Durán al abrir la nueva calle de Braganza en 1930.
En la zona del crucero en el lado del Evangelio, se encuentra el sepulcro de don Leopoldo O'Donell, Duque de Tetuán. Su sepultura fue realizada en estilo neoplateresco y es obra del arquitecto Nicolás de Mendivil y del escultor Jerónimo Suñol en el siglo XIX. Su enterramiento en este lugar se debe, como dice la inscripción, al deseo del pueblo de Madrid, de honrar a este héroe de las guerras de África, destacando por la toma de la ciudad de Tetuán.
Sepulcro de Leopoldo O'Donell
Retablos y cuadros
Retablo del siglo XVIII, realizado en mármol verde de Granada en las columnas, que se mezcla con otros mármoles de colores y bronces. Se remata por un relieve marmóreo con cabezas de ángeles. En su centro aparece el cuadro de
San Francisco de Sales y Santa Juana Fremiot Chantal adorando el Sagrado Corazón de Jesús. Es obra del pintor italiano Corrado Giaquinto.
Altar con un retablo con una Sagrada Conversación, obra de Isidro Carnicero del siglo XVIII, aunque hay otros que lo consideran de la escuela italiana, relacionado con Francisco del Mura. Representa a la Virgen con el Niño en conversación con San Francisco Javier y Santa Bárbara, en presencia de alegorías de los continentes.
Altar con un retablo muy similar en estructura y decoración a los anteriores en cuyo centro hay un lienzo del pintor francés Charles Joseph Flipart, en donde se representa el momento en que el rey San Fernando recibe las llaves de la ciudad de Sevilla. A los lados esculturas de mediados del siglo XX con San Antonio de Padua y la Virgen Milagrosa.
Altar con otro retablo similar a los anteriores con un lienzo dedicado a las Dos Trinidades, obra del pintor italiano Francisco Cignaroli, del siglo XVIII. A los lados del altar dos esculturas de mediados del siglo XX, con a Virgen del Pilar y Nuestra Señora del Carmen.
En los pies del templo se encuentra la capilla de Nuestra Señora de Lourdes, imagen moderna, que aparece cobijada en el interior de una gruta.