La iglesia de San Marcos es un edificio concluido por Ventura Rodríguez en 1753 y es una de las mejores obras realizadas en su vida y una de las más bellas iglesias de Madrid. La iglesia debe su nombre a la victoria de la batalla de Almansa por Felipe V en el día de San Marcos de 1707, donde las tropas borbónicas resultaron vencedoras sobre las austriacas durante la guerra de sucesión española, siendo como resultado la subida al trono de los borbones. Según otros cronistas de Madrid, el nombre no tiene nada que ver con este hecho, ya que existía la ermita dedicada a San Marcos mucho antes.
En un principio existía una ermita dedicada a San Marcos, motivo por el que la calle donde se ubica se llamó de San Marcos, pasando a llamarse San Leonardo cuando se dedicó a un oratorio que también existió dedicado al santo, y que se empezó a construir bajo las trazas de Pedro de Ribera y Churriguera. Dicho oratorio permaneció en pie desde 1632, y existió hasta que fue derribada para construir el actual edificio que pasó a ser filial del convento benedictino de San Martín. En 1820 se convirtió en parroquia independizándose de San Martín.
San Marcos es una de las pocas iglesias que no sufrió ningún tipo de saqueos ni incendio durante la guerra en 1936. El templo sufrió un incendio en 1925 y fue reformada por Francisco García Nava, siendo declarada Monumento Nacional en 1944.
Su portada es muy sencilla, pero con unas líneas muy definidas y muy distintas a las construcciones españolas de la época, en donde el arquitecto empieza a mezclar el barroco con las líneas rectas y nos invita a experimentar con una mezcla de naves entrelazadas geométricamente y con una compleja distribución interna.
Consta la fachada de un cuerpo flanqueada por dos pilastras y rematada por un frontón semicircular con una gran ménsula en el centro. En la parte superior un frontón triangular en ladrillo culmina con una cruz de piedra.
fachada neoclásica de la iglesia
portada en la fachada
Detrás de esa portada, nos encontramos con un interior de unas grandiosas proporciones en una planta con tres elipses, siendo mayor la del centro, correspondiente a la cúpula, y las dos menores son la nave y el presbiterio. Aparte, existen dos pequeñas elipses más, el atrio y un pequeño camarín detrás del presbiterio, lo que la convierte en un edificio con un total de cinco elipses. Espacios disimétricos y bóvedas elípticas, que le dan una preciosa perspectiva visual, todo ello dentro de un estilo con una clara transición entre el barroco y el neoclásico.
interior de la iglesia
vista del coro, con el órgano
lado de la Epístola
lado del Evangelio
Es poco común este tipo de arquitectura en los edificios madrileños, pero sin embargo, era muy común en las construcciones barrocas italianas, sacando una gran perspectiva de unas proporciones estrechas y pequeñas. Todas las pilastras acaban rematadas en capiteles de orden compuesto, con una cabeza de león, alusivo a San Marcos, al cual está dedicado nuestro templo.
El presbiterio está cubierto por bóveda de medio cañón, en el centro una cúpula elíptica, apoyada sobre pechinas y con linterna. En la nave otra bóveda de medio cañón con lunetos a los lados.
En las pechinas se encuentras pintados los cuatro doctores marianos: Anselmo de Canterbury, Ruperto Abad, Ildefonso de Toledo y Bernardo de Claraval. Son del siglo XVIII y pintadas por Luis González Velázquez, mezclando la pintura con la escultura, ya que las alas de los ángeles y otros elementos se encuentran resaltadas en escayola.
La cúpula contiene cuatro gajos pintados por el mismo autor, representando escenas del titular del templo. Es curioso ver la perspectiva de la cúpula elíptica encajada en medio de las tres elipses de la que se compone el interior del templo. Cuando se mira desde la nave, parece una cúpula redonda, mientras que si se mira justo debajo de ella, se ve perfectamente su forma ovalada. Veamos el efecto...
Vista según se entra hacia el altar mayor
vista justo debajo de la cúpula, mirad como cambia el efecto desde esta vista y la anterior
El retablo fue realizado en el siglo XVIII, aunque reformado después del incendio que sufrió en 1925. Está constituido por un gran tabernáculo, con columnas a los lados. En el centro cobijado en una hornacina, se encuentra la escultura de San Marcos apoyado sobre su emblemático león para escribir el segundo Evangelio. Esta escultura es obra de Juan Pascual de Mena. A los lados del retablo se encuentran dos esculturas que representan a dos ángeles de estuco, obra del mismo autor. En la parte superior del retablo, hay un frontón curvo partido, que encuadra un óculo en el centro, con una vidriera del Espíritu Santo. Se encuentran también unos ángeles sedentes, obra de Felipe de Castro. Aparte por el retablo y el resto de la iglesia, existen otras cabezas de querubines, ejecutadas por Roberto Michel.
Retablo mayor. La escultura de San Marcos es obra de Juan Pascual de Mena. Los ángeles de pie, son del mismo autor, y las cabezas de querubines, obra de Roberto Michel.
Vista del retablo desde la nave
Retablo con un Cristo crucificado, realizado a mediados del siglo XIX, como fondo tiene unas pinturas de la Dolorosa y San Juan.
Retablo de Santa Escolástica, hermana de San Benito, con dos columnas de madera imitando mármol, que cobija la escultura de la titular, de Juan Pascual de Mena en el siglo XVIII y el retablo se remata por un ático donde se encuentra un lienzo de San Benito confesando a su hermana, obra de Luis González Velázquez. A los lados hay dos esculturas de San Miguel (talla moderna de los talleres austriacos) y de San Ramón Nonato (pieza del XIX). La pequeña escultura de San Miguel, sustituye a la desaparecida del siglo XVIII.
Retablo hornacina con la escultura de San Blas, obra del siglo XVIII de los talleres madrileños. Sobre ella, pintura de San Lucas, que junto a otras tres en los restantes machones, completa a los Cuatro Evangelistas que fueron pintados en el siglo XVIII. Son anónimos y seguramente pintados por algún seguidor de los González Velázquez.
Retablo de la Virgen de la Soledad, escultura de gran tamaño atribuido a Juan Pascual de Mena. Se cobija en un retablo de madera imitando mármol, obra del siglo XVIII, decorado con ángeles realizados por Roberto Michel. En el Sagrario se encuentra la pintura de "La Santa Faz", aunque en Madrid es conocida como "La Cara de Dios". Esta pintura imita la Santa Faz de la catedral de Jaén.
Hornacina que cobija una escultura de la Virgen con el Niño, pieza del siglo XVIII, donada por la reina María Cristina. Existía la costumbre en Madrid, de la "Sabatina", que consistía en que todos los sábados, la Congregación de esta Virgen, le cantaba la Salve a la Virgen. En la parte superior, el lienzo con San Marcos, obra del siglo XVIII.
Altar hornacina de San José, otra gran obra de calidad, atribuible a Juan Pascual de Mena. En la parte superior el lienzo con San Juan Evangelista.
Retablo dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, según nos decía Tormo, la imagen más antigua que se conservaba en Madrid dedicada a este titular. Construido en madera imitando mármol, como el anterior que comentamos de la Soledad, tuvo que ser restaurado completamente después del incendio. La reconstrucción total es obra de Francisco Font, aunque la forma en cruz del altar, nos indica claramente, que aquí se encontraba alguna escultura de un crucificado. A los lados dos esculturas dedicadas a Santa Dorotea y a la Inmaculada Concepción, obras del siglo XIX.
Altar-hornacina dedicado a San Antonio de Padua, probablemente también de Juan Pascual de Mena, obra del siglo XVIII. En la parte superior el último de los lienzos de los machones, el de San Mateo.
Retablo de San Benito Abad. Tal vez sea la escultura más bonita de las que hay en el templo de Juan Pascual de Mena. Se cobija en un retablo del siglo XVIII y en su parte superior un lienzo de Luis González Velázquez que representa la Visión de la Trinidad por parte de San Benito. A los lados, sendas esculturas de Santa Lucía y San Roque, ambas anónimas del XVIII.
En la iglesia estuvieron enterrados, Ventura Rodríguez y su esposa hasta que en el siglo XIX fueron trasladados a la capilla de los arquitectos en la iglesia de San Sebastian.
Placa en la puerta:
Esta iglesia se construyó sobre el solar largo, estrecho e irregular de la vieja ermita. El arquitecto Ventura Rodríguez ideó una original solución en planta, consistente en la yustaposición de cinco elipses desiguales que disminuyen de tamaño hacia la cabecera y hacia los pies, consiguiendo un espacio longitudinal, perfectamente trabado. La fachada se compone de un cuerpo central elevado, enmarcado por un orden gigante de pilastras en esquina, y rematado por un frontón triangular y dos alas cóncavas que se retiran de la alineación de la calle, creando un pequeño espacio de respeto frente al acceso. La cubrición del templo se realiza a base de bóveda de medio cañón. En el presbiterio, de cúpula elíptica sobre pechinas y con linterna en la elipse que hace las funciones de crucero de medio cañón con lunetos en la elíptica que forma la nave. En 1944 fue declarada bien de interés cultural.