La ermita de Santa María la Antigua o Nuestra Señora de la Antigua, data del siglo XIII y es probable que esté construida sobre un templo anterior de la época visigoda. Existen dos milagros de San Isidro que se ubican en esta iglesia (el milagro de la merienda de pan y queso, y el milagro del Lobo), pues el patrón de Madrid labraba los campos de su amo Iván de Vargas que se ubicaban en este mismo barrio, por eso es importante pensar en la existencia de un templo anterior, ya que el actual fue construido doscientos años después de la vida del santo patrón.
Estamos ante una de las joyas arquitectónicas del patrimonio artístico de nuestra ciudad y que es prácticamente desconocida por la mayoría de los madrileños. La iglesia fue financiada totalmente por la catedral toledana por encontrarse el pueblo de Carabanchel en esos momentos en posesión del Arzobispo Rodrigo y al morir pasó a ser propiedad del capítulo catedralicio de Toledo, que mandó erigir la parroquia del pueblo. Fue construida en advocación a Santa María Magdalena, de cuyo recuerdo quedan escenas de su vida en el retablo mayor.
En el siglo XV, hacia 1497, es probable que la ermita dejara de ser la iglesia parroquial, momento en que se trasladó la parroquia a la iglesia de San Sebastián Mártir en Carabanchel Bajo. Desde este momento pasó a llamarse de Nuestra Señora de la Antigua, en honor a la patrona del pueblo. En el siglo XIX se construyó junto a sus muros el cementerio parroquial del pueblo y se convirtió en capilla del mismo.
Su planta es rectangular con ábside semicircular, unido a la nave por dos tramos rectos, característica invariable de la arquitectura románica. Todo ello puede apreciarse al exterior, donde podemos observar un pórtico claramente al más puro estilo mudéjar que supera a todos los de la provincia de Madrid. Es de ladrillo con tres arcos rehundidos concéntricos, lobulado y ondeado el central, de perfecto sardinel, fábrica muy característica de la arquitectura mudéjar, y sus hombros arrancan probablemente de un zócalo o basamento de piedra. Sobre el tercer arco persiste una decoración horizontal, formada por una fila de ladrillos en esquinilla y otra en sardinel.
Junto a la portada del templo hay un gran contrafuerte que parece sujetar todo el muro sur que visualmente nos dejará impactados por su inclinación, el cual parece que se va a caer en cualquier momento contra el suelo. La ventana del ábside es ojival y se ve aún en ella una saetera cegada totalmente, constituido por un arco de herradura apuntado.
vista del ábside
ventana con arco apuntado en el ábside
Junto al ábside se encuentra la sacristía, un pequeño edificio barroco, ejecutado con motivo de la canonización de San Isidro en el año 1622. Del primitivo coro, persiste el emparrillado de vigas y largueros, éstos perfilados según es norma y tradición en la arquitectura mudéjar. En cuanto a la nave, su cubierta es a dos aguas y en ellas emerge la torre, quizás el elemento más importante y singular de todo el templo. Principalmente, por ser de planta rectangular, modalidad poco frecuente en las torres de estilo mudéjar, por lo general de planta cuadrada y ochavada y porque carecía primitivamente de escalera, al ser tocadas las campanas desde abajo (aunque se construyó una escalera en el siglo pasado). Estas campanas son dos, una dedicada a Nuestra Señora del Rosario, fundida en 1940, y otra al Sagrado Corazón de Jesús, del 1946. A los pies del templo se sitúa la original torre, con una altura de veinte metros y que consta de un primer cuerpo macizo de mampostería y de un segundo de ladrillo, el superior destinado a campanario. Éste es de seis huecos de distinto tamaño, cerrados con arcos falsos. El ladrillo con el que se construyó la torre es de iguales dimensiones y calidad al empleado en otro templo mudéjar del centro de Madrid, el de San Nicolás de los Servitas.
torre de la ermita
Interior de la ermita
El interior de la ermita es de planta rectangular y al fondo tiene un gran ábside con coro a los pies, que se encuentra sujetados por medio de modillones. En la cabecera está el ábside cubierto por un cuarto de esfera, y decorado por medio de un friso con ladrillos en esquinilla, pintados de rojo. La ermita se sustenta por medio de cuatro pilares cuadrangulares, que sustentan una techumbre de madera de colgadizo en el interior, y que se proyecta al exterior mediante un tejado a dos aguas. La cubrición de las naves es moderna, aunque recuerda el emparrillado de vigas y largueros peculiar del mudéjar.
En la capilla mayor también hay arcos de medio punto que dan paso a la sacristía por un lado, estando cegados los contrarios. Detrás el retablo se encuentran restos de pinturas románicas del siglo XIII, lo que da idea de que todo el templo se decoraba, aunque con especial predilección el ábside por medio de pinturas. Es difícil saber la temática de estas, pues apenas quedan fragmentos de las mismas.
En el centro se encuentra el retablo mayor de estilo barroco del siglo XVII, formado por tres cuerpos, predela y ático, sustentado por medio de columnas corintias, con frontón en la parte superior, rematado por bolas. Preside la hornacina central una escultura moderna de 1940 de Nuestra Señora de la Antigua, imitando la desaparecida en el 36. En las calles laterales hay dos cuadros que representan a San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza, que recuerdan que estos santos visitaron el templo. En el ático hay una pintura con Santa María Magdalena, anterior titular de la iglesia.Las tres pinturas son de la escuela madrileña del siglo XVII, relacionadas con la producción de Francisco de Ricci. En la predela se encuentran otras tres obras anónimas de mediado del XVII de inferior calidad a las otras tres.
A los pies del templo se sitúa el coro apoyado en 24 vigas paralelas, todo ello ejecutado en madera, decorada con pintura, perdida en numerosas zonas. Es un importante conjunto de pinturas mudéjares que se pueden fechar en el siglo XIII, uno de los más importantes de la Comunidad de Madrid. Entre los diversos elementos ornamentales, aparecen escenas y atributos relacionados con San Isidro, así como escudos de Castilla y León. En esta zona trasera del templo se halló recientemente el Pozo de San Isidro, realizado en ladrillo, y con una profundidad de 13,50 m, estando protegido por un brocal de sillares. Este pozo es similar a los otros que se atribuyen al santo. El resto del edificio no tiene ninguna ornamentación, solamente en la nave de la epístola, y después de retirar el retablo barroco que la cubría, apareció una hornacina que actualmente cobija una efigie moderna del Corazón de María, en donde se han hallado restos de pinturas románicas, recubiertas por otras posteriores, y en las que se puede vislumbrar la parte inferior de la figura de un santo.
La ermita fue totalmente restaurada por completo en 1998 por la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid, momento en que se descubrieron restos de cerámica de indígenas prerromanos que vivieron en el centro de la Península, y se halló una losa con quemaduras perteneciente a un horno de época romana y parte de una pared que formaba parte de una villa romana de los siglos I y II, hechos que confirman unos fragmentos de ánforas romanas encontradas de la época.
No puedo acabar este post sin comentar la poca colaboración por parte del párroco y el guardián de la iglesia. Es lamentable que en vez de colaborar en promover la cultura y dar a conocer al mundo el maravilloso templo mudéjar que tenemos en Madrid, se nieguen a dejar hacer fotografías del interior.
Cuando me presento en el templo pregunté a la persona que está allí a cargo del edificio, que si podía informarme sobre la talla de la Virgen que se encuentra en el altar, a lo que me dice "uff, no tengo tiempo". Sin embargo, una vez que me dispongo a hacer unas fotografías me dedica todo el tiempo del mundo para decirme que no puedo hacerlas y que tengo que pedir permiso al párroco. Así que después de emplear su preciado tiempo en discutir que si sí, que si no... dicho y hecho, me presento en la iglesia de San Sebastián Mártir de Carabanchel que es donde está el párroco que lleva la ermita, y me dispongo a pedirle permiso. El párroco, en zapatillas de andar por casa, parece que no le hace mucha gracia que se le moleste a tempranas horas para una petición "tan absurda". Por más que le intento explicar que lo único que pretendo es hacer un par de fotos del interior del templo para acompañar con imágenes una trabajo que tengo sobre la ermita y que se trata de un blog que reune información sobre todos los templos de Madrid, todo son negativas y que solo daría permiso a una organización cultural, que está harto de que esté todo el mundo molestando siempre (supongo que a los feligreses que sueltan la pasta en el cepillo no les dirá que está harto de ellos).
Es inadmisible que estos mantenidos del cepillo y de la iglesia, no tengan ningún reparo en pedir y vivir de la "x" de la declaración de la renta de todos los contribuyentes y sí se crean con el derecho de decidir quién fotografía y quién no, como si se tratara de la SGAE, un templo que lleva siglos construido y que nos pertenece a todos. Menos mal que con el tiempo el edificio perdurará y los guardianes temporales desaparecerán sin que les recuerde nadie. Como se atreven a intentar ser los dueños de algo que es de todos?, o a lo mejor yo estoy equivocado y este párroco tiene en su poder las escrituras de la hipoteca del templo y lo está pagando de su bolsillo. Sin embargo a la hora de restaurar, bien que pagamos todos, pero luego el derecho parece que solo les pertenece a ellos. Siempre ha sido así con esta gente que solo les interesa atesorar riquezas mientras hablan de los pobres, esos que pasan hambre y frío en la calle, mientras que ellos viven en los edificios que prohiben fotografiar. Parece mentira que maravillosos templos barrocos de nuestra ciudad, tengan párrocos tan amables que están de acuerdo en promocionar nuestro arte gratuitamente sin pedir nada a cambio y por el contrario tengamos tres o cuatro templos en manos de personas sin ningún amor al arte que se creen los dueños de todo. Desde aquí mi felicitación para todos estos párrocos que cuidan y promocionan nuestra cultura y patrimonio, y toda mi repulsa contra estos cuatro señores que no saben ni siquiera quién hizo la imagen que decora el templo en que están viviendo del cuento. Por cierto, me dio tiempo a hacer unas cuantas fotos antes de que viniera el pupilo del párroco, fotos que aquí os presento a favor de la promoción de nuestro patrimonio madrileño a todo el mundo que le guste el arte y que ningún esbirro eclesiástico nos va a prohibir mientras me queden dedos para escribir y apretar el disparador de mi cámara. Promocionar el arte es un bien cultural.
Señor párroco de las zapatillas, la ermita es un espacio público, no privado, y no hay ninguna ley que impida hacer fotografías en espacios públicos, a ver si se lo aprende. La ermita de Nuestra Señora de la Antigua es Monumento Histórico Artístico desde el 9 de octubre de 1981, es decir, que pertenece al Ministerio de Cultura, es decir, que pertenece al Estado, es decir... es de todos los españoles.