La plaza de España se proyectó en diciembre de 1911, pero vamos a trasladarnos unos cuantos siglos antes, cuando el terreno que ocupa nuestra plaza, era un campo de cultivo al que atravesaba un arroyo, que más tarde se llamaría de Leganitos y en cuya pradera se perdían las parejas para amarse en las oscuras noches de verano.
El solar de la plaza de España en el siglo XVII, según el plano de Teixeira, ya está incluido en la cerca levantada por Felipe II. Podemos ver el antiguo puente de Leganitos.
El terreno se encuentra entre las dos colinas más altas de Madrid, la del Alcázar y la del Príncipe Pío, que contribuyen a darle un cierto aspecto de gran mirador, que aún hoy conserva. Por eso quizás este sitio era perfecto estratégicamente, ya que cuando se comenzaron los inicios de las obras de sustentación del
monumento a Cervantes, se encontraron algunos restos arqueológicos romanos.
Leganitos, viene del árabe y significa huerta, y efectivamente huertas hubo allí. El arroyo nacía de la antigua fuente de los Caños que, en el siglo XVII, se llamará de Leganitos, situada a la altura de la calle del mismo nombre, en nuestra plaza. Inmediato a su nacimiento atravesaba un puente con el mismo nombre y discurrían entre huertas, las de Leganitos y las Minillas. En 1769, desapareció el puente y se tiraron las tapias que limitaban el entorno, convirtiéndose toda la zona en la plazuela de Leganitos.
Carlos III compró los terrenos al duque de Osuna y a Isabel María Pío de Saboya, herederos de la casi totalidad de los terrenos que desde el siglo XVII pertenecieron a grandes familias, para construir el convento de Gilitos, para los frailes de San Gil que estaban en Madrid.
El proyecto fue de Manuel Martín Rodríguez, sobrino de Ventura Rodríguez, que había sustituido a su tío en el cargo de arquitecto mayor de la Corte. El convento estaría advocado a San Pedro de Alcántara, pero los frailes no llegarían nunca a habitar el edificio y José Bonaparte ordenó que se destinara el convento a cuartel, dedicado primeramente a guardia de las Corps. Demolidas las cuadras de las
Reales Caballerizas durante la dominación, se dispuso en 1819 que se alojaran éstas en la parte del cuartel de San Gil. Realizado el acondicionamiento, su destino como cuartel de Caballería durará hasta la mitad del siglo, habilitándose a su vez, una parte del edificio como alojamiento para particulares, dependientes de la Real Cabelleriza, que hasta el 1835 disfrutaron de habitaciones gratuitamente.
En el siglo XIX, la imponente presencia del cuartel de San Gil, tal y como puede apreciarse en la maqueta de León Gil de Palacio
La antigua fuente de Leganitos fue renovada, en hierro fundido, con caños para aguadores y doble pilón para abrevadero.
Fuente de Leganitos y detrás parte del cuartel de San Gil, en una fotografía poco antes de demolerlos
Por fin, en 1860, se había aprobado el Ensanche de Castro. Con este motivo, se aprobó, en el mismo año, la alineación de nuestro sector, y dos años más tarde un proyecto que, si bien se arrinconará de momento..., tendrá un éxito en el futuro: la conexión de la plaza de San Marcial con la calle de Preciados, por medio de una gran vía. He aquí el nacimiento de nuestra Gran Vía madrileña.
Dejaremos para otros artículos todos los acontecimientos políticos y militares que sucedieron en el cuartel de San Gil y nos dedicaremos a lo que nos trae en este artículo, la futura plaza de España.
En 1896 se promulga la Ley del Suelo, cuyo primer artículo permitía al Ministerio de la Guerra la demolición del cuartel de San Gil y la venta de su solar, que pensaban dividirlo en manzanas. Sin embargo, la falta de locales adecuados para albergar a las tropas impidió que se llevara a cabo la Ley, aprobada por Real Decreto en 1903. Por fin, se comienza a derribar en 1908.
Pero veamos que más había aparecido en estos años por nuestra futura plaza: Enfrente del cuartel, existía un café-teatro, llamado de San Marcial, cuya popularidad mayor fue debida a una canción de la zarzuela La Diva, en el que aparecía el nombre de aquel establecimiento.
La Royal Compagnie Asturienne de Minnes, de nacionalidad belga, construía en los terrenos de la manzana 552 un edificio de gusto ecléctico. Esta entidad fue creada en 1853 a expensas de la anterior Real Compañía Asturiana de Minas de Carbón que, desde 1833, explotaba los yacimientos de hulla próximos a Avilés. El magnífico edificio ha llegado hasta nosotros en perfecto estado y sigue estando en pie y formando parte del actual perfil de la plaza. Hablaremos sobre este edificio en un próximo artículo.
Contiguo a este edificio, estuvo entre 1893 y 1898, el que había sido teatro Maravillas, en Fuencarral, y más tarde Tívoli en Felipe IV. Durante su postrera y breve permanencia en la plaza de San Marcial, apenas si funcionó como teatro, y parecía más bien almacenado allí al ser de madera. Coincidiendo con el derribo del cuartel de San Gil, un empresario teatral, Manuel Salvi, apostando por la mejora y embellecimiento de la zona, levantó en el lugar del teatro de madera, un local de espectáculos que recibió consecutivamente los nombres de Salón, Teatro Regio y Teatro A.B.C. Primero estuvo dedicado al teatro, después al vodevil del gusto belle époque, luego fue sala de proyecciones cinematográficas y al final pasó a ser una cochera.
Una vez concluido el derribo del cuartel un año después, varios concejales pedían que el espacio resultante no se destinara a manzanas de casas, sino que fuera ampliación de la plaza de San Marcial. Entre tanto, el arquitecto municipal Jesús Carrasco presentaba un anteproyecto que consistía en un núcleo político, al concentrar en ella edificios oficiales y de servicios, un gran hotel y una gran estación del metropolitano del Norte. También partirían, de un lado la avenida Reina Victoria y en otro lado la Gran Vía, aprobada ya entonces. En medio de la plaza iría el
monumento a Cervantes, un templete para Banda Municipal, un gran auditorio, un palacio del Ayuntamiento para servicios municipales del distrito y un gran salón de fiesta y exposiciones que pudiera servir también para reuniones públicas de todas clases y tendencias. Este proyecto se llamaba "Proyecto de la Plaza de España" y fue aprobado en diciembre de 1911, incluyendo además el nuevo Ministerio de Marina.
Pero la plaza permaneció sin ordenar por varios años todavía, hasta que el Estado se decidió a ceder su propiedad al Ayuntamiento. Mientras tanto, aquel descampado se utilizó algún que otro año, para situar en él la verbena de Santiago, que anteriormente se celebraba en la plaza de Oriente y fue escenario de enfrentamientos entre los guardias municipales y de Orden Público contra los vendedores ambulantes que querían situar sus tenderetes.
Se construyó en estos años de espera, la modernista y original casa esquina a Ferraz, cuyo solar había sido propiedad de los marqueses de Albaida. Este terreno era justamente el que estaba pensado para el Gran Hotel que nunca llegó a levantar. Enfrente, al otro lado de Bailén, se construyó
la iglesia de Santa Teresa y San José.
Preciosa fotografía de la plaza de España antes de inaugurarse el monumento a Cervantes. Podemos observar el Cuartel de la Montaña, las Reales Caballerizas donde más tarde estarán los jardines de Sabatini.
Aquí todavía ni existían los rascacielos, ni siquiera la Gran Vía.
vistas de la plaza de España
La plaza de España jugaría un papel importante como escenario de los enfrentamientos entre los dos bandos, disparándose los cañonazos desde la plaza de España y el cuartel de la Montaña. Acabada la guerra, nuestra plaza tuvo nuevas reordenaciones a lo largo de los años, entre derribos y reformas de calles y edificios.
En marzo de 1948 comienza la construcción del edificio que marcaría el futuro perfil de la plaza de España, el
edificio España. Unos años más tarde, en 1954, se proyecta la
Torre de Madrid. Se fueron construyendo otros edificios y en 1969 se realizan las reformas de las fuentes y jardines y se plantaron olivos sobre caminos de piedra blanca que creaban un efecto espantoso. También se construyó un gran aparcamiento subterráneo y dos scaléctric que salvaron los fuertes desniveles en su lado oeste.
vista de la plaza a finales de los 60, después de la reforma de los jardines y las fuentes
En futuros artículos, nos dedicaremos a los edificios que se encuentran en la plaza. La Real Compañía Asturiana de Minas, la
casa Gallardo, la
Torre de Madrid, el
Edificio España, etc.
La Plaza de España juega hoy un papel importante en el horizonte de Madrid, pero hay algo que se me escapa y no se que puede ser. A pesar de ser muy cosmopolitan a la altura de Gran Vía, con sus poderosos rascacielos, fuentes y monumentos, ir y venir de gentes, una vez que paseas de noche del
monumento a Cervantes hacia Bailén, es como si de repente estuvieras en un barrio de tercera. El paraje es sombrío, solitario y hasta parece peligroso al paseante. No se como explicarlo, pero nunca me gustó esa parte de la plaza. Sin embargo de día, es un sitio magnífico para admirar las vistas del
palacio real (si los árboles no te lo impiden), un lugar al que no puede faltar ningún turista que se precie y hacerse unas fotos al lado del Quijote. Pero sigo pensando que a esa parte de la plaza le falta algo, o quizás yo, como el hidalgo, veo monstruos donde no los hay?.