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viernes, 10 de septiembre de 2010
Real Oratorio del Caballero de Gracia
Al más puro estilo neoclásico, Juan de Villanueva, construyó este edificio que por su lado norte asoma a la Gran Vía madrileña. El Oratorio pertenece a la Asociación Eucarística del Caballero de Gracia, fundada por Jacobo Gratii, apodado "Caballero de Gracia", a finales del siglo XVI. Gratii fue un célebre sacerdote italiano que llegó a ser muy famoso, tanto, que incluso su nombre sale en las letras de una célebre zarzuela.
El Oratorio se construye en 1654 para dicha Asociación, pero en el siglo XVIII, presentaba un lamentable estado de ruinas y la Asociación decide restaurarlo, para lo cual contrataron a Juan de Villanueva.
Villanueva presenta en 1782, dos proyectos para el Oratorio, uno de ampliación, restaurando lo que había y añadiendo pilastras y capillas, y otro nuevo con planta basilical, resultando algo totalmente distinto en la ciudad, por no encontrarse construido nada igual, proyecto que fue el elegido. La Congregación quería que el edificio tuviera cúpula, ya que querían que reuniese las mismas condiciones del resto de las mejores iglesias de la Corte, único elemento que no corresponde al esquema basilical, pero que Villanueva respetó en su proyecto.
La fachada sur, la que da a la calle Caballero de Gracia, fue construida por Custodio Teodoro Moreno, entre 1828 y 1831, introduciendo algunas variantes al proyecto original. Villanueva jugó también con la perspectiva en la fachada, y adosó al final de unas escaleras y antes de la puerta con dintel, dos columnas exentas, que dan la sensación de que el templo está excavado con profundidad.
Fachada de la entrada principal en la calle de Caballero de Gracia
Por encima de la imposta nos encontramos con un bajo relieve que representa la última cena de Jesús (del gran Leonardo Da Vinci), obra de José Tomás. En la parte superior, la ventana del coro y rematando el edificio, un frontón. La restauración de la fachada actual, se debe a Chueca Goitia.
En las obras de construcción de la Gran Vía, el arquitecto Carlos Luque, diseñó y realizó un proyecto en el que el ábside de la iglesia en su cara norte, desapareció al recortarse y modificarse, construyéndose una casa con dos partes simétricas, en cuyo centro, se alojaba una enorme ventanal que daba luz a una vidriera que representa la última cena, obra de Maumejean, que se encontraba en el altar. Una nueva restauración en 1991 por el arquitecto Javier Feduchi Benlliure, hizo desaparecer el ventanal, derribándose la parte central del edificio y construyéndose un gigantesco arco triunfal y un nuevo ábside con piedra blanca, enmarcado todo ello por pilastras corintias, que dejan ver el ábside y la cúpula del templo desde la Gran Vía. En la actualidad, después de haber estado durante un tiempo en el altar mayor del presbiterio, el Cristo de la Agonía, ha vuelto a colocarse la vidriera que está iluminada con luz artificial.
Vista del ábside y la cúpula de templo desde la Gran Vía
El lugar es un rectángulo estrecho y alargado, por ser el espacio disponible que existía entre las construcciones de viviendas que existen a los lados y donde el arquitecto jugó con una serie de efectos espaciales y focales de tal magnitud, que el resultado es increíble.
El logro principal que Villanueva consiguió, fue el efecto visual de un transepto que no existe. Aparentemente da la sensación de haber un crucero con transepto, pero nada más lejos de la realidad. Los detalles y las formas, unido a la disposición de todo ello, resultó un templo en donde sus proporciones solo existen en un efecto simbólico del espacio.
Interior del templo
Vista del falso crucero con la cúpula oval y las bóvedas de cañón
El interior consta de una sola nave, en donde construyó columnas de granito de una sola pieza, con capiteles corintios, separadas de los paramentos laterales, colocadas de tal manera, que el efecto ofrecido es como si la iglesia tuviera tres naves. El resultado es admirable, una columnata que nos lleva la vista hasta el altar mayor, donde se encuentran al fondo otras dos columnas semiempotradas, que hace el efecto de profundidad en el presbiterio, aumentando más aún, el dominio técnico del arquitecto. Encima del presbiterio, una bóveda de cañón que dan un aspecto de basílica romana al estilo de Constantino. El recinto sin lugar a dudas, parece un salón corintio neoclásico.
Vista de la iglesia donde el efecto de las columnas separadas de la pared en forma de pasillos, nos hacen ver con una perspectiva visual, como si existieran tres naves.
En el falso crucero, una cúpula oval, que descansa sobre pechinas, aumentan el efecto de la perspectiva, mientras que con un pequeño retranqueo en la pared, en la zona del falso transepto, la pérdida lineal de los laterales de la nave, hace en sí, más acusado el efecto de la perspectiva, de tal modo que el espectador, cree admirar un crucero en toda regla, simplemente magistral. Los frescos de la cúpula y las bóvedas, son obras de Zacarías González Velázquez.
cúpula de la iglesia, con frescos de Zacarías González Velázquez
Presbiterio con la vidriera entre columnas semiempotradas de la última cena de la casa Maumejean
De las obras de arte que figuran en el templo, podemos destacar la Virgen del Socorro, obra de Francisco Elías, Nuestra Señora de la Perseverancia, cuadro de los más antiguos que se encuentran en la iglesia, la Purísima, lienzo de Zacarías González Velázquez y el Cristo de la Agonía, obra magistral de Juan Sánchez Barba.
Lienzo de la Purísima, obra de Zacarías González Velázquez
Maravillosa la talla del Cristo de la Agonía, obra de Sánchez Barba
Lienzo con San Miguel Arcángel luchando contra el diablo, pintado en 1796 por José Beratón
San Juan Evangelista, obra del siglo XVII, relacionados con la producción de Mateo Cerezo
Nuestra Señora de la Perseverancia, del mismo autor que el anterior.
Aparición de Cristo a la Magdalena, escena conocida como el "Noli me tangere", obra de José Beratón
Lienzo de San Joaquín, Santa Ana y la Virgen Niña, obra del siglo XVIII pintado por José Camarón
San José con el Niño, firmado en 1794 por Zacarías González Velázquez
Bajo relieve en la fachada de la última cena de Leonardo, esculpida por José Tomás
Una vez intenté sacar unas fotos del interior y el sacristán me dijo "que de que no".
ResponderEliminarBuen reportaje fotográfico y de documentación.
Saludos.
Completísimo trabajo Bélok!
ResponderEliminarhe estado alguna vez en esa iglesia, pero tu descripción y tus fotos invitan a ir y fijarse mejor. Lo haré :-)
Muy buen análisis espacial. Enhorabuena por el trabajo
ResponderEliminarCasualmente he visto tu blog. Me parece que coincidimos en gustos e "intereses". Te invito a que visites mis blogs http://manuelblasmartinezmapes.blogspot.com
ResponderEliminary
http://manuelblasdos.blogspot.com (este último abierto en 2010 y dedicado íntegramente a Madrid)
Muy buenas tus fotos.
Saludos cordiales. Manuelblas
La vidriera del ábside está inspirada en una pintura de Zacarías González Velázquez que estuvo situada en el mismo lugar, con diversos intervalos, hasta 1916. ¿Se conserva esta pintura?
ResponderEliminarQué bonita...y yo no la conozco...lo remediaré...preciosas las fotos.
ResponderEliminarYo recuerdo que hasta no hace muchos años había una Santa Cena en el altar mayor ¿Qupe ha sido de ella? A mí me dijeron (o lo leí en una guía) que era de Alonso Cano.
ResponderEliminarMuy buen trabajo, por cierto.